Los israelitas enfrentaban un terrible desafío militar en el que «la derrota no es era opción». Había llegado el momento de entrar a la tierra que Dios había prometido darles hacía más de seiscientos años antes. Era tiempo de comenzar el siguiente capítulo en la Historia Principal de Dios. Justo antes morir, Moisés designó a un hombre llamado Josué para que lo sucediera como líder de la nación que Dios estaba edificando.
Author: Luis Miguel Nuñez (Luis Miguel Nuñez)
Vagando por el desierto
En el desierto, Moisés dirigía a un pueblo de al menos un millón (algunos estudiosos estiman que la nación de Israel había crecido hasta contar con aproximadamente tres millones de personas). Los estaba guiando a través de la árida Península de Sinaí hacia la fértil Canaán, también llamada la tierra prometida, la cual la Biblia describe como una tierra donde fluye leche y miel. Para Moisés, puede haber parecido una misión imposible.
Nuevas reglas y nuevo pacto
Mientras los israelitas vagaban por el desierto, Dios se estaba preparando para encontrarse con ellos otra vez. Esta vez deseaba tanto que su pueblo lo hiciera bien, que decidió descender personalmente y habitar con ellos de nuevo. Su deseo de tener una relación íntima con nosotros es el palpitar de la Historia Principal: Dios anhela experimentar la vida con nosotros. Así que le dice a Moisés que había tres cosas que debían poner en práctica para que él habitara entre los israelitas.
Liberación
Después de que José murió, las cosas gradualmente empeoraron para sus descendientes. Bajo el liderazgo de José, se habían asentado en Egipto y comenzaron a crecer en número. No obstante, después de que él murió, no tenían un líder que mediara entre ellos y los egipcios. Habían crecido tanto en número que el nuevo faraón comenzó a temer que tomaran el control de la tierra. Para mantenerlos bajo control, faraón esclavizó a los hebreos, poniéndoles amos crueles que los forzaran a trabajar de sol a sol.
José: De esclavo a gobernador
Pones la confianza en alguien y esa misma persona que piensas que está de tu lado se vuelve contra ti. Eso ya es bastante terrible cuando sucede entre amigos o compañeros de trabajo, pero cuando un miembro de tu familia te traiciona, es muy difícil seguir adelante. Si no, pregúntale a José, el personaje bíblico conocido por su “túnica de colores”, y quien tuvo un rol protagónico en la salvación de la nación que Dios estaba edificando.
Dios crea una nación
La visión original de Dios era descender y vivir en una comunidad perfecta con nosotros. De eso se trataba el Edén. La desobediencia del hombre rompió la conexión directa con Él para todos nosotros. Sin embargo, Dios no iba a abandonar su meta de la Historia Principal: vivir con nosotros.
El comienzo de la vida como la conocemos
Comparado con la Tierra, el universo es tan vasto como para poder medirse. Sabemos que hay más de cien mil millones de galaxias que forman parte del universo. Sin embargo, no siempre fue así. En el principio, Dios llegó a un lugar sin forma, vacío y oscuro. La Biblia nos dice que “el Espíritu de Dios se movía” sobre este lugar antes de que Él pusiera manos a la obra y creara un espacio donde pudiera disfrutar de una comunión contigo y conmigo.
Tu vida en la Historia de Dios
¿Alguna vez has luchado para tratar de entender cómo las muchas historias de la Biblia se conectan unas con otras? ¿O te preguntaste cómo estos relatos se relacionan con la historia de tu vida hoy? ¿Qué sucedería si los testimonios que aparecen en la Biblia, la vida de todas las personas que han existido y tu propia “historia aun en progreso” estuvieran todas conectadas como parte de una gran saga divina?
Animándonos los unos a los otros
Nunca ha sido el plan de Dios que sus siervos esperen hasta llegar al Cielo para empezar a recibir su recompensa. Es por eso por lo que nos ha dejado instrucciones para que nos honremos y animemos los unos a los otros.
Sometiéndonos los unos a los otros
La sumisión mutua es un principio importante que aplica a todo tipo de relaciones personales. Aun estando en una posición de autoridad, someternos a otros que pudieran estar bajo nuestro cargo no debilita nuestra posición. De hecho, cuando se hace de manera apropiada, el resultado puede ser que ganemos el respeto de los demás por quienes somos en la posición que ejercemos.