Es emocionante pensar en cómo Dios da a cada uno de nosotros dones para trabajar en la obra del Señor. Una vez que nos damos cuenta de que podemos ser obreros, queremos saber más acerca de qué clase de obrero debemos ser y cómo podemos desarrollar nuestros dones.

Hay creyentes que quieren saber cómo trabajar para Dios, y les gustaría saber cómo descubrir y recibir los dones de ministerio que Dios tiene para ellos. Puede que sean creyentes desde hace mucho tiempo, pero creen que no hay nada especial que puedan hacer para el Reino. Dios tiene un ministerio para usted.

Dios tiene un propósito y un plan, y nos ha dado a cada miembro de su iglesia capacidades especiales para que nos ayudemos mutuamente. Juntos podemos cumplir el propósito de Dios cuando ejercemos los talentos y habilidades que Dios nos ha dado y nos integramos a su plan para la iglesia.

A medida que aprendemos lo que significa ser parte de la familia de Dios, comenzamos a entender lo que el plan de Dios incluye para nosotros. Nuestro deseo de ser parte de la obra de Dios sigue creciendo y nos da un propósito común que nos une con otros creyentes, y descubrimos la importancia de congregarnos y aprender a trabajar juntos.

Cuando leemos la Biblia, vemos que Dios siempre ha tenido una familia, y que esta familia ha llevado a cabo su obra en el mundo. Leemos acerca de los profetas que vivieron en la época del Antiguo Testamento, y de los discípulos y apóstoles de la iglesia primitiva en la época del Nuevo Testamento. Vemos cómo estos hombres y mujeres han comunicado a otros el mensaje de Dios. ¿Cómo podemos nosotros ser parte de la obra de Dios?

¿Has leído alguna vez un libro o escuchado una historia que no querías que terminara? Una historia que estaba tan buena que deseabas que siguiera y siguiera y siguiera … Estamos a punto de terminar la última página de la Historia de Dios según está recopilada en la Biblia. Sin embargo, lo que sabemos hasta ahora es que la Historia Primaria no termina ahí. Sigue andando y andando y andando. Para siempre.

Cuando Pablo viajaba a través de toda Asia, el sur de Europa y el Medio Oriente, les escribía cartas a los nuevos creyentes que dejaba atrás. Muchos de esos creyentes no tenían idea de Dios y cómo él quería que vivieran. Pablo sabía que, si ellos simplemente profesaban una creencia en Jesús, pero no vivían de acuerdo con sus valores, ninguno de sus amigos o vecinos se motivaría a unirse a ellos adoptando su nuevo sistema de creencias.

Me gustan las películas de acción, en especial esas donde los héroes tienen que descubrir quiénes son en realidad y qué tanto poder poseen. De igual manera, disfruto mucho las historias de conversiones, las cuales pueden ser el equivalente cristiano de las historias de esos superhéroes que descubren sus poderes. Son las historias de cómo la gente pasó de no conocer a Jesús a invitarlo a entrar en sus vidas.

En 1910, unos astrónomos observaron correctamente que el cometa Haley aparecería, llevando a muchos líderes eclesiásticos a creer que esto coincidiría con el regreso de Jesús. Los sucesos astronómicos parecen precipitar predicciones similares. En 1919, seis de los planetas del sistema solar se alinearon de una manera inusual, una clara señal de la venida de Jesús, ¿no es cierto? Tal vez no.

Pensarás que matar a Jesús había sido suficiente para los líderes religiosos que se sentían amenazados por él. Que arrestarlo, juzgarlo por falsos cargos y después colgarlo en una cruz pondría fin a sus preocupaciones acerca de este pequeño movimiento de gente que creía que Jesús era el Mesías largamente esperado.

En unas pocas horas el ánimo pasa de las grandes esperanzas y expectativas a la más absoluta devastación. Después de tanto trabajo, esfuerzo y emoción, todo se acaba. Todo se resume a ese momento, el cual no resulta como ellos creyeron.

Al continuar siguiendo a Jesús durante su breve tiempo en la tierra, nos encontramos a una persona con una ocupación inusual. Toda la Historia es acerca de regresar a Dios, y solo podemos hacerlo si conocemos el único camino de regreso: Jesús.