Las pruebas de un rey

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Salmos 51:10-12.

Cuando observamos el progreso de David como rey de Israel, descubrimos que tuvo sus problemitas por querer obtener lo que deseaba. Nadie, ni el rey David, se sale con la suya cuando mantiene sus actos pecaminosos en secreto. En realidad, a menudo acabamos pecando más, mintiendo y engañando para encubrir la realidad de nuestras malas decisiones.

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