Dios recompensa la buena administración
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Dios recompensa la buena administración

Dios recompensa. Parece que muchos cristianos no están enterados de esta verdad acerca de Dios. A Él le gusta recompensarnos cuando buscamos su presencia, su voluntad y sus caminos con sinceridad y diligencia. Él recompensa el buen trabajo y recompensa la buena administración.

El don de dar
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El don de dar

Mucha gente se sorprende al descubrir que hay un don espiritual “de dar,” el cual es tan válido como los dones de profecía y enseñanza.
Tendemos a leer y a escuchar mucho sobre los diferentes dones espirituales. Pero por alguna razón oímos muy poco acerca del don de dar. El hecho es que este don se menciona prominente en Romanos 12.

Se requiere un trasplante de corazón
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Se requiere un trasplante de corazón

Uno de los errores más comunes que la gente comete con respecto a este versículo es el suponer que Jesús sólo se refiere al dinero. En verdad, Él está revelando un principio que se aplica a cualquier área de nuestras vidas.
Jesús está sencillamente hablando del principio de dar en una forma amplia. Lo que usted da, le será devuelto con “una medida llena, apretada, sacudida y desbordante”. Este es un principio universal de Dios. Usted siempre recibirá más de lo que dio.

Rompiendo el espíritu de avaricia
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Rompiendo el espíritu de avaricia

De acuerdo con las palabras de Jesús, es posible que sirvamos al dinero en lugar de servir a Dios; y eso va aún más allá: Jesús afirma que es imposible servir a ambos al mismo tiempo.
Jesús dice que amará a uno y odiará al otro, o le será leal a uno y despreciará al otro. De acuerdo con Jesús, no hay un punto intermedio. No hay mitad y mitad. Hay un espíritu detrás del amor al dinero y actúa como un dios celoso. Este es el espíritu que trata de decirnos: “El hombre no necesita a Dios. Somos autosuficientes. No necesitas a Dios. ¡Confía en las riquezas!”.

El principio de la multiplicación
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El principio de la multiplicación

¿Alguna vez ha deseado poder multiplicar sus recursos? Dios puede hacerlo. Dios es experto en la multiplicación. Él multiplicó el aceite y la comida para una pobre viuda y su hijo. Multiplicó la fuerza de los soldados israelitas batalla tras batalla. Y multiplicó el pan y los peces para alimentar a una multitud.

Dar es vida, no Ley
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Dar es vida, no Ley

Dar el diezmo es vida, no ley. Muchos cristianos, bien intencionados pero mal dirigidos, reaccionan al mensaje acerca del diezmo diciendo que ellos no dan porque “dar el diezmo es parte de la Ley”. En realidad, dar el diezmo no es “Ley”, ¡es vida!
No damos nuestro diezmo porque esto sea una enseñanza de la Ley del Antiguo Testamento; lo damos porque esto es vida para nosotros y nuestros hijos. Además, es un principio que recorre toda la Palabra de Dios. De hecho, es un principio que antecede por miles de años a la ley de Moisés.

El único temor saludable
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El único temor saludable

Tenemos dioses del tamaño que nos conviene. Los encontrarás en la apretada mano de la gente que prefiere un dios que pueda manejar, controlar y predecir. En un mundo fuera de control, necesitamos un dios que podamos controlar, una presencia que nos haga sentir bien, semejante a un gatito que se sienta en nuestro regazo. Lo llamamos y él viene. Lo acariciamos y ronronea. Si tan solo pudiéramos controlar a Dios y definirle su lugar en nuestra vida.

El temor a lo que se viene
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El temor a lo que se viene

La vida está llena de sorpresas. Modificaciones. Transiciones. Alteraciones. Te bajan de categoría en el trabajo, te mudas de casa, le dan tu trabajo a otra persona, avanzas en el trabajo. Todos esos cambios. Algunos son bien recibidos, otros no. Y en esas raras ocasiones cuando crees que el mundo se ha calmado, ¿qué es lo que decimos? “Debe ser la calma antes de la próxima tormenta”. Simplemente no sabemos, ¿no es así? El temor a lo que sigue ocupa un lugar prominente.

El temor a los momentos finales de la vida
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El temor a los momentos finales de la vida

Aristóteles llamó a la muerte la cosa que más temía «porque parece ser el final de todo». ¡Qué lenguaje tan triste y deprimente! Si la muerte no es más que el «fin de todo», «desoladas cumbres», y «el gran Tal Vez», ¿cuál es la posibilidad de morir con valentía?

El temor al invierno venidero
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El temor al invierno venidero

La acumulación de riquezas es una defensa popular ante el miedo. Puesto que tememos perder nuestros trabajos, el seguro de salud o los beneficios de la jubilación, amasamos posesiones, pensando que cuanto más tengamos, tanto más seguros estaremos.