«Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada». Juan 15:5.
¿Alguna vez has conocido a una persona y sabido casi al instante que él o ella era alguien especial? Estoy hablando de alguien que conoces por primera vez que posee personalidad increíble, una presencia dominante que te atrae con cierto magnetismo. Ese es el efecto que Jesús causaba sobre la gente cuando entraba en sus aldeas u hogares.