Del Señor son los fundamentos de la tierra; ¡sobre ellos afianzó el mundo! Él guiará los pasos de sus fieles, pero los malvados se perderán entre las sombras. 1 Samuel 2:8-9.
Este capítulo en la saga de la construcción de la nación de Dios comienza con un suceso feliz. Dios abre el vientre de una mujer llamada Ana y le da el hijo que tanto ansiaba tener. Ella con mucho atino le llama Samuel, que en hebreo significa «Dios escucha», Ana sabía que Dios había escuchado el clamor de su corazón y le había dado esta nueva vida, este precioso varón.