Aristóteles llamó a la muerte la cosa que más temía «porque parece ser el final de todo». ¡Qué lenguaje tan triste y deprimente! Si la muerte no es más que el «fin de todo», «desoladas cumbres», y «el gran Tal Vez», ¿cuál es la posibilidad de morir con valentía?
Author: Luis Miguel Nuñez (Luis Miguel Nuñez)
El temor al invierno venidero
La acumulación de riquezas es una defensa popular ante el miedo. Puesto que tememos perder nuestros trabajos, el seguro de salud o los beneficios de la jubilación, amasamos posesiones, pensando que cuanto más tengamos, tanto más seguros estaremos.
El Regalo de la Navidad
En esta época en que celebramos la Navidad, nos agrada recibir regalos y corresponder de la misma manera obsequiando a otros, especialmente a las personas que amamos. Pero lo más maravilloso es que Dios nos ha dado un gran regalo: La Navidad es el regalo que Dios ha dado a la humanidad. El nacimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
El temor a la violencia
Contrario a lo que esperaríamos, la gente buena no está exenta de sufrir violencia. Los violadores no escogen a sus víctimas de acuerdo con su vida espiritual. Los sedientos de sangre son malvados y no dejan de lado a los que van camino al cielo. No estamos exentos. Pero tampoco estamos intimidados. Al respecto, Jesús nos dice: «No temáis a los que matan al cuerpo, mas el alma no pueden matar» (Mateo 10:28).
El temor a que te ocurra lo peor
¿Cuál es tu peor temor? ¿Temes fracasar en público, perder el trabajo, o temor a las alturas? ¿Temor de quedar atrapado, de ser abandonado u olvidado?
¿Cuántas personas pasan la vida al borde de la piscina? Consultando la precaución. Ignorando la fe. Nunca dan el salto. Son felices disfrutando la vida con las experiencias de otros. Pero prefieren no arriesgarse ellos mismos que correr un riesgo. Por temor a lo peor, nunca disfrutan la vida al máximo.
El temor a los grandes desafíos
Al igual que nosotros en circunstancias similares, los discípulos no esperaban que Jesús se presentara de una manera inesperada e inusual. En vez de esto, esperamos que su presencia se haga sentir mientras entonamos un suave himno el domingo por la mañana en la iglesia. Esperamos encontrarlo en durante nuestro tiempo devocional. Pero es en las tormentas en las que el Señor hace su trabajo por excelencia, porque en ellas es cuando le prestamos el mayor grado de atención...